El artista muestra una serie de torsos que describen, con una fría óptica anatómico quirúrgica, una colección de cicatrices y mutilaciones que oscilan entre lo terrible y lo tocado por la gracia.

En 2003 comienza su trabajo en los dibujos de La Serie Negra, grafitos basados en la descripción de torsos marcados con cicatrices y amputaciones, y que tienen su remoto precedente en una serie de pinturas del año 1992 que representaban la mutilación de los miembros como metáfora de una oscura ascensión y purificación.

El autor

Es uno de los artistas más importantes de la llamada “Generación de los 80”, surgida en Montevideo tras la dictadura militar que soportó el país a lo largo de doce años. Dibujante excepcional, vinculado en sus inicios a lo monstruoso y a lo deforme, fue alumno en 1986 de Hugo Longa, el gran maestro uruguayo neoexpresionista. Su obra se ha desarrollado indiferente a las modas y las corrientes pasajeras.

Declaración del autor:

“Nos ha sido dado este cuerpo, y más allá, la condenación o la gloria. Pero antes de ese destino, ¿qué hay? Un cuerpo que puede perder su entereza, que puede, tajado y sajado, subsistir aunque no perdamos la vida. Damos por sentados los brazos, pero ¿qué sería de cada uno de nosotros en caso de perderlos? ¿Nacería acaso una nueva belleza, una belleza subyugada, una belleza menor? Y con respecto a las partes blandas, ¿qué es un tajo en esas carnes, tan a menudo olvidadas, ceñidas por el cinturón, contempladas vagamente de perfil mientras consentimos vestidos y pantalones? Un tajo, una grafía quirúrgica, la grafía de la mutilación. Una grafía imprevista, que modifique el arcano paisaje. Hay una belleza en todo lo creado, eso es claro. Cuerpos humanos, fieras encogidas en su salto, caracolas, insectos bellamente simétricos. Pero ¿hay una belleza en lo modificado? Si hay un Dios rector, más allá de un Creador, cada tajo, cada pérdida de la forma, también será a Su imagen. Quiero creer eso, más allá de otras cosas.

Estos dibujos buscan, vagamente, casi a ciegas, encontrar una armonía en lo enormemente antinatural. Cicatrices, miembros perdidos, miembros adicionados. Todo obedece a una oscura topografía no creada, sino modificada. Dios nos absuelva, a mí, y a todos”.

(Álvaro Pemper, en entrevista con J. A. Verdugo, octubre de 2005)

Premios:

1987. Premio Municipal de la Ciudad de Montevideo.
1992. Primer Premio en la Bienal de Plásticos Jóvenes, en Montevideo.
1993. Gran Premio de Pintura del 80º Aniversario de UTE.
En 1994 representó a su país en la Bienal de Cuenca, Ecuador, y en la Bienal de Valparaíso, Chile.
1998. Primer Premio en el Salón Municipal de Montevideo (por segunda vez).
En 1999 representa a Uruguay en la Bienal Chandon, Salón de la Joven Pintura, Buenos Aires, Argentina.
2001. Gran Premio Municipal de la Ciudad de Montevideo.

La Crítica ha dicho:

“Álvaro Pemper ha logrado lo que busca. Alcanza con observar la reacción de sorpresa irritada de algunos espectadores (inclusive de algunos bastante cultivados) para saber que ha dado en el clavo. Ha obtenido esa conmoción que pretende su arte desacralizador, excitado y agresivo”.

Alicia Haber. El País, 24 de septiembre de 1988

“Álvaro Pemper es un artista fuera de serie. No sigue ninguna de las tendencias en boga; es en el Uruguay de hoy una especie exótica que podría clasificarse como neo-art nouveau o neo-simbolista. (...) Sus expresiones siguen siendo desacralizadoras, continúan sirviendo de aguijón, prosiguen denotando angustias y mantienen testimonios de conflictos profundos”.